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Ruta de la Calçotada

La calçotada es una de las fiestas gastronómicas más populares y significativas de Cataluña con más de un siglo de vida. El calçot es una variedad de cebolla blanca, dulce y alargada que se come asada a la brasa, con salsa romesco o salvitxada, una salsa que se elabora a base de tomates, ajos, almendras, avellanas, pan tostado ñoras, vinagre, sal y aceite. Es innegable que el plan de una buena calçotada es una auténtica delicia.

Llegado marzo podrás disfrutar de esta especialidad culinaria centenaria, que cada año atrae a miles de visitantes y se ha convertido en uno de los manjares que mejor identifican la cultura gastronómica catalana.

La temporada es de febrero a marzo. Sin embargo, las altas temperaturas y el auge del calçot está alargando la temporada incluso después de Semana Santa.

Para conocer el universo que ha dado origen a esta fiesta os proponemos una ruta gastronómica a Valls, el epicentro de los calçots, así como a otras poblaciones cercanas: Alcover o Montblanc donde también podréis saborear una magnífica calçotada.

Valls, ciudad origen de la calçotada

Gran Fiesta de la Calçotada en Valls

El origen y posterior proceso de expansión de la calçotada es en Valls, capital de la comarca tarraconense del Alt Camp. La tradición de los calçots se remonta al siglo XIX, cuando el campesino Chat de Benaiges los coció en las brasas de un fuego e ideó una salsa de romesco muy parecida a la de hoy, en Valls conocida como salvitxada. En el siglo XX se convirtieron en una comida habitual festiva y en los 60 fue cuando se popularizó su consumo. Y desde 1995, la producción de calçots del Alt Camp, así como la del Baix Camp, el Tarragonés y el Baix Penedés, cuenta con denominación de calidad propia.

Por ello esta ruta tiene su epicentro en Valls, donde el último domingo del mes de enero en la plaza de l’Oli se celebra la Gran Fiesta de la Calçotada que da el pistoletazo de salida de la temporada con un variado programa de actividades como degustaciones, concursos, pasacalles… Donde todo el mundo está invitado. Además visitar Valls merece la pena por su buen estado de su pasado medieval, el campanario de Sant Joan, el más alto de Catalunya, el Barrio Judío, la Iglesia de Sant Joan de estilo gótico o la capilla del Roser donde no podemos perdernos las 2.600 baldosas vidriadas del S. XVII que representan la batalla de Lepanto.

Montblanc

Para la siguiente parada hay que salir de Valls por la carretera N 240 dirección Montblanc. En este recorrido se abren paso dos localidades referentes de la cocina del calçot, Masmolets y Collado de l’Illa donde además se pueden encontrar uno de los mejores conjuntos de cerámica pintada ibérica de Cataluña.

Iglesia de Santa María, Montblanc

Una vez en Montblanc, podemos seguir disfrutando de la tradicional calçotada en la mayoría de sus restaurantes para después pasearnos por esta localidad medieval cuyo casco antiguo fue declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1948. Rodeada por una muralla de hasta 1.500 metros que la convierte en la obra militar más importante de la Cataluña medieval. Además de la muralla, la ruta debe incluir la visita a la Iglesia de Santa María, del siglo XIV, y la de Sant Francesc, del siglo XIII, de estilo gótico catalán, el Palacio Real o el Portal de Sant Antoni son algunos de una larga lista de reclamos turísticos.

Alcover

Iglesia Valle, Alcover

La última parada de la ruta es en Alcover, a siete kilómetros de Valls y dirigiéndonos por la carretera C-37. Este municipio a orillas del río Glorieta es famoso por sus calçots, allí encontrarás sitios especializados en ofrecer menús populares, baratos y económicos para comer calçots. Pero también encontraremos una antigua ciudad amurallada donde podemos visitar la Iglesia Vella o de la Puríssima Sang, conocida popularmente como “la mezquita” y antiquísimos caseríos como la masía de Mont-Ravà, del año 1163.

Una ruta de lo más tradicional en la que los calçots ocupan un lugar privilegiado el aperitivo perfecto de la ruta.