En el corazón de Castilla y León, Segovia sigue siendo uno de los principales polos de atracción de la península. Un lugar que invita a un viaje al pasado, pero también al disfrute gastronómico, cultural y natural. Desde los rincones por los que pasa el Camino de Madrid en dirección a Santiago de Compostela hasta la ruta de los pueblos rojos, amarillos y negros. Un paraíso cercano de una belleza incomparable
Cuenta la leyenda que, cansada de tener que ir a por agua hasta lo más alto de la montaña, una niña pidió al demonio que construyera algún tipo de ingenio para no tener que hacerlo. Cuando el maligno se le apareció, le propuso un trato: si terminaba un gran acueducto antes de que cantara el gallo, se quedaría con su alma para siempre. La niña aceptó, pero al ver esa misma noche la velocidad a la que tomaba forma la obra se arrepintió de su promesa. Cuando apenas quedaba una piedra por poner, el gallo anunció que expiraba el plazo. Por muy poco, pero la pequeña había ganado la partida. Y así, conservó su alma mientras el acueducto quedó allí para siempre.
En realidad, no fue el diablo, sino los romanos quienes construyeron, a principios del siglo II d. C., el que hoy en día sigue siendo el símbolo por antonomasia de Segovia. Con sus casi 30 metros de altura y sus 167 arcos, el Acueducto de Segovia es un prodigio arquitectónico que se erigió para trasladar hasta la ciudad las aguas del manantial de la Fuenfría, ubicado a 17 kilómetros de distancia. Y, ante todo, una estructura con la que el Imperio quería demostrar su inmenso poder y lo avanzado de su tecnología. Hoy sigue siendo uno de los monumentos más visitados de España y, junto al resto del casco histórico, está considerada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1985.
Pero Segovia es mucho más que su acueducto. Incluso mucho más, también, que el imponente Alcázar, que el Monasterio de San Antonio el Real o que la Catedral de Santa María, la última catedral gótica que se construyó en España. Es la belleza de su enclave, la historia de sus edificios, calles y plazas, lo frondoso de sus arboledas y lo espectacular de su entorno. Por todo ello, resulta una parada esencial para aquellos que realizan el denominado Camino de Madrid. Este lleva a los peregrinos desde la capital de España hasta Santiago de Compostela, pasando por Valladolid y por la provincia leonesa antes de unirse al primitivo Camino Francés en la localidad de Sahagún.
El citado puerto de la Fuenfría del que parte el agua que trajeron los romanos a Segovia es, de hecho, uno de los puntos álgidos del Camino Madrileño, y por el que se accede a la provincia desde Madrid. Con una altitud de 1.796 m, se considera como el paso natural de la sierra, y fue el más utilizado hasta que en 1788 se abrió el puerto de Navacerrada. De allí se desciende hasta llegar a localidades que, pese a no formar parte de la ruta oficial del Camino, bien merecen una visita por su interés histórico, como Valsaín o La Granja de San Ildefonso. Desde allí, y tras pasar por la capital, la ruta jacobea muestra al peregrino algunos de los rincones más singulares y encantadores de la provincia: Zamarramala, Vaseca, Los Huertos, Añe, Pinilla-Ambroz, Santa María la Real de Nieva, Nieva, Nava de la Asunción, Coca o Villeguillo. Pueblos que invitan a descubrir su historia, rincones y secretos. Así como, saborear su gastronomía y vinos, y dejarse llevar por su aire de otro tiempo.
Capítulo aparte merece la excepcional Ruta de los Pueblos Rojos, Amarillos y Negros. Colores que responden a los materiales geológicos más abundantes de cada una de las zonas, arenisca ferruginosa, cuarcita y pizarra, respectivamente, y que se emplearon para la construcción de sus muros. Colores que aportan una personalidad a cada uno de los pueblos que forman parte de la ruta. En el caso de los Pueblos Rojos, éstos se localizan en determinadas zonas de la Sierra de Ayllón, con nombres como Villacorta y Madriguera. En lo que respecta a los Pueblos Amarillos, destacan enclaves tan pintorescos como Alquilé y Martín Muñoz de Ayllón. Y en los Pueblos Negros, municipios como Becerril, El Negredo, Serracín o El Muyo son de visita obligada. Un colorido recorrido que no hace sino añadir color a una de las provincias más especiales y con más historia de toda la geografía española.
PARA MÁS INFO:
www.segoviaturismo.es