De la Sierra de Gredos o los Picos de Europa a Las Batuecas, de la Laguna Negra al río Lobos o las Hoces del Duratón. Los 33 espacios naturales protegidos de Castilla y León ofrecen al visitante una serie de destinos únicos para conectar con nuestra propia esencia
“El patrimonio natural es un valor esencial para la identidad de la Comunidad de Castilla y León, siendo objeto de especial protección y apoyo”. Con tan solemne declaración de intenciones, el Estatuto de Autonomía de Castilla y León dejaba ya claro en su artículo cuarto la importancia que para la comunidad autónoma tienen sus áreas naturales y espacios protegidos. Extensiones inmensas en las que perderse, pero también idóneas para encontrarse. Lugares perfectos para volver a descubrir que algunos paraísos naturales están mucho más cerca de lo que pensamos.
Con sus 94.226 kilómetros cuadrados, la comunidad autónoma de Castilla y León es una de las regiones más extensas de toda Europa. Un auténtico gigante dentro de España que, como tal, cuenta con verdaderos tesoros que merecen ser descubiertos. La lista de los que pueden encontrarse en sus tierras es inmensa; 1.800 bienes clasificados como de interés cultural, 112 conjuntos históricos, 400 museos, más de 500 castillos, 12 catedrales y la mayor concentración de arte románico del mundo entero. De hecho, Castilla y León constituye, junto a Lombardía (Italia), la región del planeta con más bienes distinguidos con la máxima figura de protección que otorga la Unesco, con un total de 11. Como dice el viejo refrán, “ancha es Castilla”. Y es mucho lo que tiene para ofrecer al visitante dispuesto a recorrerla.
Más allá del ingente patrimonio histórico y cultural, si por algo destaca Castilla y León es por su entorno natural, rico y diverso como pocos en toda la Península Ibérica. Hablamos, especialmente, de todas aquellas zonas reconocidas por la Red de Espacios Naturales de Castilla y León (REN), creada en 1991 con el objetivo de proteger la biodiversidad de la región y difundir su atractivo como ejemplo de desarrollo sostenible. Una entidad intrínsecamente ligada también con Red Natura 2000, la red de espacios protegidos de la Unión Europea. En concreto, la comunidad autónoma de Castilla y León cuenta con un total de 33 de estos espacios naturales protegidos, que suman más de 800.000 hectáreas repartidas por toda su geografía. En ella se incluyen 2 parques nacionales y otros 2 regionales, 14 parques naturales, 5 reservas naturales, 8 monumentos naturales y 2 paisajes protegidos. Figuras para poner nombre a las grandes maravillas que nos ofrece la naturaleza; montañas, lagos, bosques, senderos, cañones, ríos. Y, por supuesto, también pueblos que atesoran un encanto único y que bien merecen una visita, ya sea para admirar su riqueza arquitectónica o para disfrutar de su variada gastronomía.
Los parques nacionales de Castilla y León son dos: la Sierra de Guadarrama y los Picos de Europa. La primera comparte territorio con otras comunidades autónomas como Madrid y las provincias de Segovia y Ávila. La segunda, con Cantabria y el Principado de Asturias. Dos auténticas joyas que piden ser descubiertas sin prisas para sacarles todo el jugo. La Sierra de Guadarrama se sitúa entre las sierras de Gredos y de Ayllón. Hace de división entre las cuencas del Duero al noroeste, y del Tajo al sureste. Mide aproximadamente 80 km de longitud y su cumbre más alta es Peñalara con 2.428 m.
Por su parte, la Sierra de Gredos es un espacio tallado por la erosión glacial en la que destacan el Circo y la Laguna Grande de Gredos, presididos por el esbelto Pico Almanzor, con 2.592 metros, la máxima altura de todo el Sistema Central. Un gigante cuya cumbre fue coronada por primera vez en 1899 por Manuel González de Amezúa y José Ibrián Espada. Hoy en día, tal aventura sólo es recomendable para montañeros experimentados. No hace falta serlo para disfrutar de todo lo que esta zona está dispuesta a ofrecer al visitante. El parque regional de la Sierra de Gredos cuenta con un sinfín de polos de atracción para todos los públicos. No en vano, se trata de uno de los espacios naturales más interesantes de toda Europa occidental. No solo por constituir uno de los conjuntos glaciares mejor conservados del sur de Europa, sino por la inconmensurable biodiversidad que alberga, tanto en lo referente a la fauna como a la flora. Lagunas, gargantas, circos, riscos. Abruptos desniveles que sirven de hábitat perfecto para un sinfín de especies. Y todo ello, sin olvidar los numerosos pueblos de la zona, reductos de paz en los que parar para disfrutar de la mejor gastronomía, una historia y una tradición que sigue fuertemente presentes y una arquitectura única. Arenas de San Pedro, Candeleda, El Barco de Ávila, Navalonguilla, Navarredonda de Gredos, localidades únicas y rebosantes de encanto que invitan a una visita prolongada. Los Picos de Europa, en su vertiente leonesa, suman un total de 24.719 hectáreas. Un área extensísima que forma parte del que fuera el primer espacio protegido del país. En 1918, Alfonso XIII dotó a este paraje (entonces denominado parque nacional de la Montaña de Covadonga) de una protección especial. No es difícil imaginar lo que encandiló al monarca: los Picos de Europa constituyen la mayor formación caliza de la Europa Atlántica, y están calificados como Reserva de la Biosfera por la Unesco.
Ubicados a los pies de la imponente cordillera, dos municipios merecen una visita que bien puede prolongarse varios días en alguno de sus alojamientos rurales: Oseja de Sajambre y Posada de Valdeón. En el término municipal del primero, concretamente en la llamada Fuente del Infierno, nace el río Sella, uno de los símbolos de la limítrofe Asturias. El segundo, Posada de Valdeón, ha sido bautizado como “el corazón de los Picos de Europa”, por lo que representa como pocos la esencia de este lugar tan especial. Eso sí: si se visita en invierno conviene abrigarse. En la madrugada del 7 de enero de 2021, el municipio registró 35,8 grados bajo cero, la temperatura más fría jamás registrada en España.
Donde habita la felicidad
En la esquina suroeste de la comarca de la Sierra de Francia, en la provincia de Salamanca, se ubica un valle mágico, casi secreto, cuya singular belleza está al alcance de muy pocos espacios de la península. Quizá por ello su nombre inspiró un famoso dicho: “estar en las Batuecas”, como estar en Babia (otra imprescindible comarca leonesa) sigue siendo sinónimo de distracción. Y a buen seguro, fue también ese esplendor el que inspiró a Lope de Vega cuando se refirió a Las Batuecas como “perpetuo lugar de felicidad”.
El Valle de Las Batuecas es un intrincado mar de robles, encinas, pinos y castaños. La práctica totalidad de especies de bosque mediterráneo están representadas en un auténtico jardín botánico natural, en el que manda un verde intenso que responde al hecho de encontrarse entre dos cuencas hidrográficas: la de los afluentes del Tajo (río Batuecas, Francia y Alagón) y la del que muere en el Duero, el Agadón. Todo, en un conjunto dominado por la Sierra de Francia y su pico más alto, la Peña de Francia, que se eleva a 1.727 sobre el nivel del mar.
En realidad, el Valle de las Batuecas forma parte del parque natural de Las Batuecas-Sierra de Francia. Un inmenso paraje que se aprecia en todo su esplendor desde miradores como el del Portillo o el de San José, y que se se torna en algo casi místico en enclaves como el Monasterio Desierto de San José, fundado a finales del siglo XVI y que cuenta con una acogedora hospedería, o el Canchal de las Cabras Pintadas, donde apreciar el arte rupestre en todo su esplendor.
La fuente de la vida
Si por algo destacan los entornos naturales de Castilla y León es por la presencia predominante del agua en todas sus formas. Y aunque los ejemplos de ello son múltiples y están diseminados por toda la geografía de la comunidad autónoma, hay puntos concretos que brillan con luz propia. Es el caso de lugares como el parque natural de la Laguna Negra y Circos Glaciares de Urbión, el río Lobos o las Hoces del Duratón.
Oscura, fascinante y enigmática, la Laguna Negra de Urbión aflora a casi 2.000 metros de altura, entre paredes graníticas y bordeada por infinitos pinares. Una formación de origen glacial cuya leyenda asegura que no tiene fondo. Una historia alimentada incluso por Antonio Machado en ‘La tierra de Alvargonzález’, perteneciente a la inmortal ‘Campos de Castilla’. Un lugar que ha fascinado a los habitantes de la zona desde tiempos inmemoriales y que sigue atrayendo a un gran número de visitantes. Especialmente en verano, cuando desde 1952 tiene lugar su famosa Travesía a Nado, el primer domingo de agosto, en la que los más avezados se sumergen en sus aguas para cruzar sus 230 metros en dirección Norte-Sur o los 100 en dirección Oeste-Este.
Si de enigmas de origen natural se trata, pocos lugares tan singulares como el río Duratón y sus 106 kilómetros de recorrido, especialmente a lo largo de su tramo medio, en el que sus sinuosas hoces dibujan una instantánea inconfundible e icónica como pocas. Toda una serie de caprichosos meandros que se abren paso junto a paredes que, en sus tramos más altos, llegan a alcanzar los 100 metros de altura, y que sirven de hogar para la mayor colonia de buitres leonados de toda Europa. Un paraíso que comprende municipios como Sepúlveda, Sebúlcor o Carrascal del Río, y que fue declarado parque natural en junio de 1989.
La sierra de Gredos, los Picos de Europa, Las Batuecas, la Laguna Negra y las Hoces del Duratón, son sólo algunos de los atractivos naturales que esperan al visitante en Castilla y León. Pero hay muchos más: la Montaña de Riaño, los Arribes del Duero, los Sabinares del Arlanza; Castilla y León esconde toda una serie de secretos que esperan a ser descubiertos por todos aquellos visitantes que tengan ganas de dejarse sorprender. Hay que verlos, vivirlos, disfrutarlos y sentirlos.
PARA MÁS INFO:
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