La cultura y la naturaleza van de la mano en Chequia, la primera te vincula al pasado y al presente, y la segunda, al futuro. Disfrutar el arte y la arquitectura en Praga, no excluye practicar senderismo en la capital, o realizar escapadas activas a sus atractivos paraísos naturales.
Plazas, torres, templos, puentes, jardines y parques se integran con armonía en el tejido urbano de Praga creando un escenario donde el viajero puede moverse con facilidad combinando los mejores propuestas culturales con agradables paseos en los que el verde es el protagonista.
La puerta de entrad habitual a la República Checa es la ciudad de Praga, una de esas capitales que se ha ganado una posición hegemónica en el país, y en el corazón de cuantos le conocen, por méritos propios. Por este motivo, lo idóneo en un viaje a Chequia es dedicar dos o tres días a recorrer su entramado urbano, y completar el itinerario con alguna escapada activa para saborear su faceta más natural. Las posibilidades son infinitas.
PRAGA, MIL Y UNA CARAS
Aunque estemos habituados a leer que determinadas ciudades tienen “mil y una caras”, te podemos asegurar que en el caso de Praga no es nada exagerado. En función de los gustos de cada visitante este destino brinda un itinerario donde la historia, la cultura, la gastronomía, el arte, la arquitectura o los espacios verdes son los ejes principales. Pero tampoco creemos que sea necesario elegir una sola de sus facetas, el tamaño de Praga permite descubrir, en poco tiempo, la esencia de esta amalgama.
Lo que más sorprende en un primer viaje a esta urbe centroeuropea es esa sensación de viajar en el tiempo, tan pronto puedes estar en el Medievo paseando por el barrio de Josefov, donde se situaba el gueto judío, como frente a la Casa Danzante, donde la fragilidad del vidrio retorcido muestra una percepción tan arriesgada como atractiva. Aunque, en líneas generales, la historia se regodea en su casco histórico, son la plaza de la Ciudad Vieja, con la iglesia gótica de Nuestra Señora de Tyn, y el viejo ayuntamiento con su reloj astronómico, los cuales reciben una mayor atención.
Nuestra recomendación en Praga es que pases sin prisas, incluso sin mapa, dejándote llevar por la intuición. Tarde o temprano aparecerá ante tus ojos la recién reformada Ópera Estatal, la Torre de la Pólvora, que fue una de las trece puertas de la ciudad amurallada, y el Puente de Carlos IV, que sortea con elegancia el río Moldava uniendo la Ciudad Vieja con Malá Strana, un laberíntico barrio jalonado por palacetes. Al otro lado de este puente con nombre real, se erige la Catedral de San Vito, varios templos, galerías y el Callejón del Oro, el lugar donde se concentraban alquimistas e intelectuales. Inevitable hacerse una foto en la fachada azul de la casa de Kafka. Pero aquí no termina su oferta, el anterior paseo se debe combinar con una visita a los barrios del extrarradio como Karlín, Zizkov y Vinohrady, donde ha emergido la cultura más alternativa.
PINTADA VERDE
Si observas el plano de Praga, te darás cuenta de que la capital no solo luce el color de la historia, tejados rojizos y piedras doradas, sino que las motas verdes salpican intermitentemente sus rincones. Cada una de estas pinceladas de color esmeralda representa un parque, un jardín o incluso una reserva forestal. Aprovecha la estancia en la capital para intercalar en la agenda de viaje momentos de paseo, relax y deporte al aire libre. Los checos sienten un gran amor por la naturaleza y encontrarás espacios preparados para ellos. Una que nos gusta especialmente se puede hacer en el distrito 6, en la Reserva Natural Divoká Sárka, a la que se llega fácilmente en transporte público. La parada de tranvía más próxima es la de Nad Dzbánem, muy cerca del riachuelo Sárecky potok. Presta atención a las preciosas vistas de la cuenca de Divoká Sárka desde el mirador Nebusická vyhkídka.
MÁS ALLÁ DE PRAGA, OTROS PARAÍSOS
La segunda parte de este viaje te proponemos dedicarla a respirar a pleno pulmón y a descargar adrenalina. Descubrir Chequia a pie es sumamente fácil ya que presume de tener la mejor señalización senderista del mundo. Pero no es la única manera, ya que también es posible hacerlo sobre dos ruedas, escalando, navegando o sobrevolando sus inmensos paisajes en globo aerostático. Hemos seleccionado varias propuestas, aunque las posibilidades son infinitas.
Nuestra primera sugerencia más allá de la capital es el Parque Natural del Paraíso Checo, declarado geoparque por la Unesco en 2005, donde es posible caminar entre altas torres pétreas, conocidas como Prachovské skály. El itinerario puede empezar y terminar junto al palacio de Hrubá Skála, que, curiosamente, se yergue sobre dos grandes moles areniscas. La ruta transcurre por un agradable camino forestal y pasa por el mirador de Adamovao loze (Lecho de Adán) en dirección al castillo de Wallenstein. Desde el mirador Mariánska vyhlídka, que también saldrá al paso, podrás admirar una bella panorámica del palacio de Hrubá Skála. Una vez llegues a Wallenstein no tengas prisa, este es el castillo más antiguo del Paraíso de Bohemia (también recibe este nombre el Paraíso Checo) y merece una visita pausada. El regreso a Hrubá Skála es recomendable hacerlo por el Sendero de Oro del Paraíso de Bohemia que lleva hasta el mirador de roca U Lvícka, y al arboreto Bukovina, con increíbles árboles singulares.
Otra experiencia interesante, y perfecta para los amantes de la escalada, es la vía ferrata Pastýrská stena (“La pared del pastor”), la única urbana del país. Para hacerla hay que dirigirse a la región de Ústí nad Labem, al norte del territorio checo. Esta vía permite escalar un acantilado mediante catorce rutas que tienen diversos niveles de dificultad. En las inmediaciones se puede alquilar material de escalada, y conseguir un guía que ofrezca los mejores consejos para hacerla con seguridad. Una de las peculiaridades de este camino equipado con soportes, barandillas y escalones es que se alza sobre la misma ciudad de Decín y del centro urbano rodeado por el río Elba.
Para terminar, te invitamos a pasear por el cielo, en globo o sobre pasarelas entre las copas de los árboles. Si optas por la primera opción, un buen lugar es el espacio natural de Pálava, protegido como Reserva de la Biosfera por la Unesco. Desde el aire te enamorarás del brillo de sus rocas alabastrinas, las ruinas de los castillos medievales, los lagos de aguas azules y los viñedos que asoman por aquí y por allá. Esta zona, que ya impacta cuando se recorre en bicicleta o practicando senderismo, desde un globo es capaz de dejarte sin aliento. Una emoción similar sentirás al caminar por el “Sendero por las copas de árboles centenarios de las Montañas Gigantes”, en el Parque Nacional de Krkonose. El camino, de unos 1.500 metros, llega a alcanzar una altura de 45 metros. Durante el recorrido se descubre, además, la fauna y flora autóctona mediante placas identificativas.
La República Checa es una país que parece haber nacido para agradar al viajero más activo y concienciado con el cuidado del entorno. Su excelente red de transporte público, las vías cicloturistas y los caminos senderistas permiten moverse por el territorio con un absoluto respeto por el medio natural.
PARA MÁS INFO:
www.visitczechrepublic.com