Las Hurdes ha sabido guardar la tradición de sus gentes, de su gastronomía, de sus costumbres. Un valor incalculable del que hoy podemos disfrutar en esta comarca cacereña.
Adentrarse en la comarca cacereña de Las Hurdes supone hacerlo en un lugar legendario. Además, hay que sumar el encanto de parajes naturales de auténtico impacto, con uno de los meandros más escenográficos de todo el país: el del Melero. También una particular etnografía (tradiciones, folklore y gastronomía), que se preserva en Las Hurdes como lo que es: un auténtico tesoro ancestral. En el vértice norte de la provincia de Cáceres encontramos la comarca de Las Hurdes, enclavada en una zona montañosa del Sistema Central, esta cadena montañosa es la responsable de que a la comarca la rieguen cinco ríos (Ladrillar, Los Ángeles, Hurdano, Malvedillo, Ovejuela y Esperabán), que nacen en sus alturas, creando a su paso fértiles valles hortofrutícolas.
Paisaje cultural
A las formas que la caprichosa naturaleza le ha dado a las laderas de las montañas de la comarca en forma de meandros, estrechos, profundos y sinuosos valles en las que disfrutar recorriéndolos y regalando a las retinas con semejantes maravillas. En las proximidades de las localidades de Fragosa y Martilandrán es posible deleitarnos con el paisaje cul tural que los hurdanos han dado a estos bellos parajes. Los hurdanos con sus manos se han encargado de realizar una gran cantidad de paredones, terrazas o bancales que confieren a estos parajes un encanto especial, tanto es así que Miguel de Unamuno en su visita a estas tierras sentenció: “la tierra cultivada de las Hurdes, es la hija de dolores, de afanes, de sudo res de angustia sin cuento y, si en todas las partes del mundo los hombres son hijos de la tierra, en Las Hur des la Tierra es hija de los hombres”.
Paraíso ornitológico
Casi la totalidad del territorio de Las Hurdes está considerado Zona ZEPA (zona especial de protección de aves); en total, 26.982 hectáreas distribuidas por los términos municipales de Ladrillar, Casares de Las Hurdes, Nuñomoral, Caminomorisco y Pinofranqueado. En la comarca se pueden observar cigüeñas negras, buitres negros, búhos reales, águilas reales, elanios azules, garzas imperiales, halcones peregrino, águilas calzadas o águilas perdiceras, zampullines, martines pescadores y cercetas; muchas de estas especies se encuentran en peligro de extinción. Existen lugares destacados para contemplarlas, como el mirador del Chorro de Los Ángeles, el límite provincial (Batuecas), el Pico Mingorro (en Ladrillar), el Helechoso (Riomalo de Abajo) o La Batuequilla (Rubiaco, Nuñomoral). En Pinofranqueado podemos encontrar un observatorio de aves, con un mirador frente al muladar (comedero de aves carroñeras), donde observarlas sin llamar su atención.
Naturaleza y arquitectura de valor incalculable
El singular paisaje de Las Hurdes se caracteriza por ser un laberinto de montañas, valles, bosques, ríos y saltos de agua, lo que la convierte en un rincón apartado, tranquilo y con una naturaleza casi virgen. Árboles singulares, meandros, chorros y miradores con nombre propio conforman un amplio patrimonio natural para ser descubiertos. Entre los muchos atractivos con que cuenta Las Hurdes llama la atención a los visitantes su original arquitectura, convertida probablemente en una de las señas que con mayor fuerza identifican a esta comarca y que, no sin dificultades, ha podido conservarse con excelentes muestras que podemos conocer y disfrutar en algunas de sus alquerías y poblaciones: El Gasco, Aceitunilla, Ladrillar, El despoblado de El Moral, Aldehuela, Los Corrales de Sauceda, Casar de Palomero… Junto con puentes, eras, campanarios, majadas e iglesias son algunos de los imprescindibles. Tanta riqueza convierte a Las Hurdes en un destino turístico auténtico, único y lleno de encanto.
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