Zamora, ciudad bella, tranquila y con mucho por descubrir. Para el viajero que comprende lo que es la plenitud de la vida, ofrece una abundante naturaleza, espacios singulares creados durante siglos, experiencias para sentirse integrado en la historia humana, en el paisaje o el agua del Duero. Es un destino muy especial, una ciudad románica con sus calles y miradores, plazas y museos, pequeñas tiendas y bares, que te invitan a disfrutar con sosiego a pasar algunos días.
Zamora es también un viaje por un territorio con paisajes singulares, por pequeñas ciudades y pueblos levantados en antiquísimas formaciones geológicas, ecosistemas recuperados que buscan un equilibrio entre naturaleza y actividad humana. La misma ciudad con sus corredores verdes, sus zonas ribereñas e islas, su bosque de Valorio cuenta con una riqueza de aves, mariposas e insectos que se ha convertido en los últimos años en un destino importante del pajareo urbano. Zamora es una ciudad kilómetro 0, todo lo tienes a tu alcance, a pie o en bicicleta.

No hay mejor forma de comenzar el día que con un rico chocolate con churros en alguna de las chocolaterías de la ciudad. Ya con la energía necesaria, la ciudad invita a conocer la base de la gastronomía local en el Mercado de Abastos, donde puedes encontrar productos frescos y de calidad. Y qué mejor recuerdo que un buen queso zamorano para quien sabe disfrutar de esta creación humana arcaica e imperecedera. Aquí se elaboran quesos de ganadería extensiva de ovino y caprino, no olvidemos que el 25% de la producción nacional de leche de oveja sale de Zamora, quesos artesanales, con mayor o menor curación.
El Duero es, como muchos grandes ríos de Europa, un paraíso del vino. En la provincia son conocidos los vinos de Toro o de Arribes del Duero, pero Zamora ciudad tiene su propia Ruta del Vino de Zamora que se extiende desde la ciudad hacia el sur, y se adentra en Salamanca. Los buscadores de nuevos vinos y otras experiencias enoturísticas deben visitar la singular Tierra del Vino que está a punto de convertirse en la 9ª ruta del vino certificada en Castilla y León. En ella se pueden visitar pequeñas bodegas con vinos exquisitos, lugares donde conocer los orígenes y los secretos de su elaboración en la profundidad de estas cuevas subterráneas.

Zamora es conocida por la gravedad y sobriedad del románico y de su muy especial Semana Santa. Pero no tanto por ser la ciudad de un elegante modernismo del comienzo del siglo XX. Es el renacer de la ciudad que comienza a mediados del siglo XIX con un importante desarrollo urbanístico, debido a la llegada del ferrocarril y a la aparición de nuevas industrias, la harinera y la hidroeléctrica, que trajeron consigo una pujante burguesía. A estas circunstancias se unió la existencia de un ayuntamiento interesado en mejorar la ciudad y el trabajo
de arquitectos de gran calidad. La aparición de estos edificios ha permitido a la ciudad su inclusión en el exclusivo grupo de municipios que forman la Ruta Europea del Modernismo. Este estilo se caracteriza por abundantes líneas curvas, por la diversificación de materiales, los contrastes de color y la decoración animal y vegetal. Ese rejuvenecimiento de la ciudad tuvo un impulsor determinante: el arquitecto Francesc Ferriol Carreras, que llegó desde Barcelona, empapado de modernidad, para ejercer como arquitecto municipal durante ocho años. Es en ese periodo, entre 1908 y 1916, cuando se levantaron la mayor parte de los edificios que integran hoy el patrimonio Modernista de la ciudad de Zamora.

Después de visitar los monumentos y gozar de estos maravillosos templos románicos como la Magdalena, San Ildefonso, Santiago el Burgo y la imponente Catedral, ha llegado el momento de disfrutar de la naturaleza de la localidad. Para ello, hay que bajar desde la casa de Arias Gonzalo, a espaldas de la catedral, lugar donde pasó su niñez el Cid junto a la reina de Zamora, Doña Urraca, y cruzando la puerta del Obispo, llegar al río a las Aceñas de Olivares. Estos antiguos molinos son los restos de las primeras industrias harineras de la ciudad. Cerca de estos ingenios se levanta la iglesia de San Claudio donde, si sois afortunados, podréis encontrar a la sirena perdida del Duero en uno de sus capiteles. Son cinco las Aceñas del Duero que han llegado hasta nuestros días, tres de ellas visitables, y para quien ama la contemplación de las aves, los insectos y la naturaleza no debe perderse la Ruta de Observación de Fauna y Flora de Zamora, un magnífico recorrido por las riberas del Duero y otros espacios de la ciudad.
Otra vez kilometro 0: Desde las Aceñas de Olivares, en cuyo interior hay una notable exposición de la historia compleja de los molinos, su historia social, y la de las profee ejercían en las zonas ribereñas del Duero: curtidores, pescadores, tintoreros… si tienes suerte podrás llamar al barquero de Olivares que te llevará a la otra orilla del río en una barcaza tradicional que funciona mediante la tracción con fuerza humana de un cable que cruza el río, una forma muy frecuente de hacerlo antes de disponer de puentes y medios de transportes rápidos, y para los que gusten de remar, pueden darse una vuelta por el Duero en las barcas de remo dispuestas en las mismas Aceñas.
Al arribar a la margen izquierda, a los Pelambres, dos sorpresas agradables te esperan: una playa fluvial (en la provincia hay un buen número de ellas) llamada Benidorm, cuyo nombre se debe a un Obispo preocupado por el uso de prendas de escasa tela llamadas bikinis, y un merendero que, en un ambiente popular y bucólico, ofrece lo que necesita el cuerpo y la mirada, pues desde aquí se disfruta de la más bella vista de Zamora, cuyo emplazamiento defensivo se levantaba sobre el Duero, frontera entre cristianos y moros y lugar de intercambio cultural.
Zamora tiene mucho más de lo que aquí se puede mencionar: varios museos para conocer el pasado de esta tierra y una oferta cultural al aire libre, pues se trata de una ciudad musical y de las artes escénicas, con dos teatros en funcionamiento.
Pero sobre todo Zamora es un territorio donde se está haciendo un esfuerzo considerable por conseguir un equilibrio entre actividad humana y naturaleza. Y el turismo necesita de este esfuerzo para entrar poco a poco en la era de una auténtica y verdadera sostenibilidad.
PARA MÁS INFORMACIÓN:
https://zamoraesnaturaleza.es
https://turismo-zamora.com