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Menorca: una isla infinita

Menorca es tierra de paso y abrigo de numerosas civilizaciones, la isla balear sigue siendo aún hoy un lugar abierto, en contacto con el mundo, un espacio único en el que vivir experiencias únicas.

Las calas y playas vírgenes son, indiscutiblemente, su gran atractivo (o el más conocido), pero Menorca es mucho más. Actividades en contacto con la naturaleza, deportes al aire libre, gastronomía con personalidad propia, artesanía y productos Made in Menorca, una historia milenaria e infinidad de propuestas culturales… Menorca es infinita.

Menorca, Reserva de la Biosfera
A lo largo de los años, la mano del hombre ha transformado el entorno de forma sabia y respetuosa y el desarrollo de la actividad económica ha sido compatible con la preservación del patrimonio natural y paisajístico. Gracias a este estrecho vínculo entre hombre y territorio la isla, en toda su extensión, fue declarada Reserva de Biosfera en octubre de 1993.

La actividad agrícola y ganadera y la cultura secular basada en el aprovechamiento de los recursos naturales tiene su reflejo en el territorio. El paisaje rural tradicional destaca por su extenso entramado de muros de piedra seca, aunque el bien más preciado de Menorca es su diversidad ambiental: una sola isla reúne una muestra excelente de los principales hábitats mediterráneos.

El Parque Natural de la Albufera des Grau –formado por una laguna salobre, un tramo costero, una zona marina y varios islotes que suman una superficie de más de 5.006,7 hectáreas–, es el núcleo de la Reserva de Biosfera. Las zonas húmedas tienen especial interés como entornos de nidificación para aves rapaces y acuáticas. Por su parte, los barrancos ofrecen paisajes muy atractivos y una gran diversidad de especies de flora y fauna. A su riqueza vegetal, con ejemplares endémicos, hay que sumar la presencia de especies amenazadas, como el milano real o la lagartija balear. Las dunas, los torrentes, los barrancos, los conjuntos forestales de encinas, acebuches o pinares, incluso las praderas sumergidas de posidonia que favorecen la conversación del litoral arenoso, forman parte de la singularidad de Menorca como Reserva de Biosfera.

La riqueza del paisaje insular se observa también en la geología, con un variado mosaico de rocas de más de 400 millones de años de historia y dos zonas geológicas claramente diferenciadas: la zona de ‘tramontana’ y la de ‘migjorn’. Ambas están separadas por una línea imaginaria que cruza la isla siguiendo aproximadamente el trazado de la carretera general de Ciutadella a Maó. El Centre de Geología de Menorca, ubicado en Ferreries, ofrece una exposición permanente para conocer mejor este patrimonio geológico y descubrir elementos hasta ahora poco vistos.

Menorca es sabrosa y emprendedora. La isla también conquista a través del paladar, con un recetario aparentemente humilde y tradicional que se ha reinventado para hacerse un hueco en las cartas de los mejores restaurantes, y por unos productos, como el queso, el vino o el gin, que se han ganado un lugar en el mundo.

Cuna de emprendedores, Menorca también exporta moda y diseño. Lo hace a través de la industria del calzado, la actividad económica más destacada del tejido productivo local, aunque no la única. La bisutería y la artesanía también son una clara muestra del empuje de los creadores menorquines.

Gastronomía
La sencillez y el carácter de un pueblo sin grandes pretensiones, pero que sabe disfrutar de la vida y de los recursos que tiene a su alcance, es la base y la esencia de la cocina menorquina. Bajo la aparente humildad de sus platos, se esconden toques de refinamiento e interesantes influencias de otras culturas.

En su recetario tradicional destacan platos de verduras y hortalizas como el oliaigua, manjares de origen marinero como la caldereta de langosta, carnes y las piezas de caza, cocciones al horno, como las berenjenas rellenas o el perol. El gusto de los menorquines por lo dulce se refleja en una variada repostería y en la elaboración de todo tipo de pastas dulces y saladas, como los carquinyols, flaons, pastissets o amargos.

Pero sin duda, la mahonesa es el producto de origen menorquín más internacional. Los expertos coinciden en que era una salsa tradicional que se elaboraba en la isla y que se expandió al resto del mundo a partir de la invasión francesa del siglo XVIII. Una de las hipótesis plantea que el duque de Richelieu la probó en su estancia en la isla y se llevó la receta a la corte francesa, donde se dio a conocer con el nombre de mahonnaise, en referencia a la ciudad de Maó.

Producto local
La producción agroalimentaria es una de las actividades con sello de garantía Made in Menorca. El gran exponente es el queso con denominación de origen protegida (D.O.P.) Mahón-Menorca, que recientemente ha conseguido situarse entre los mejores del mundo. Se distingue por la forma cuadrada de las piezas, el color rojizo u oscuro de la corteza y el sabor ligeramente salado. También muy reconocido dentro y fuera de la isla es el Gin de Maó, distinguido con Indicación Geográfica Protegida. Considerada la más antigua de España, la ginebra menorquina se sigue elaborando en antiguos alambiques de cobre con fuego de leña a partir de una mezcla de alcohol de vino, bayas de enebro y una selección de hierbas. El resultado es una de las ginebras más aromáticas del mercado.

Queso Mahón-Menorca

Aparte del gin, en Menorca se producen otros licores y bebidas espirituosas siguiendo antiguas tradiciones locales, como los licores de hierbas, de manzanilla autóctona o de frutos cítricos, que se toman como digestivo después de comer. Más recientemente han surgido productores artesanos de otra bebida muy consumida: la cerveza. La elaboran con productos naturales, sin pasteurizar, consiguiendo en cervezas de autor de diferentes estilos y sabores.

Con el sello de calidad ‘Vi de la Terra Illa de Menorca’, existen diversas bodegas que han recuperado la tradición vitivinícola de la isla y elaboran vinos de marcado carácter isleño –algunas de ellas, además, ofrecen visitas guiadas y catas. Otro de los productos agroalimentarios de calidad es el aceite de oliva. Aunque su impacto es todavía reducido, ya es posible encontrar en el mercado varias opciones de aceite de oliva virgen extra de Menorca gracias a la iniciativa de pequeños productores locales.

El sello Made in Menorca también distingue algunos productos de la industria cárnica, como los embutidos de carne de cerdo. La carn-i-xulla es el más característico y singular, puesto que se remonta a la charcutería antigua romana, si bien también se elaboran sobrasadas tiernas y curadas, ‘botifarrons’ y ‘cuixots’.

Aunque mucho más limitada, en la isla también destaca la producción de miel, un preciado néctar que goza de fama desde hace muchos siglos -el escritor romano Plinio llegó a afirmar que era la segunda más buena del mundo, después de la griega.

En una tierra rodeada de mar tampoco podía faltar la sal. A finales del siglo XX su producción desapareció pero desde hace unos años se ha recuperado para ofrecer un producto de calidad en versión pura, o combinado con hierbas aromáticas y especias.

Mención especial merece la manzanilla. En Menorca se recoleta una variedad específica, la Santolina chamaecyparissus subespecie magónica. Se caracteriza por ser una de las más sabrosas, aromáticas y con mayores propiedades medicinales del mercado.

PARA MÁS INFORMACIÓN: http://www.menorca.es