La Rioja son sus valles, con el río Ebro y sus siete afluentes que moldean el paisaje y la vida de sus pueblos. También sus montañas, que la abrazan a norte y sur. Y su paisaje de vid que cubre extensamente una región definida por su diversidad. En ella conviven la Reserva de la Biosfera de los valles del Leza, Jubera, Cidacos y Alhama, el Parque Natural de la Sierra de Cebollera, seis espacios naturales protegidos de la Red Natural 2000 que suponen un tercio de su territorio y más de 650 kilómetros de itinerarios verdes próximos a sus doscientos alojamientos rurales. El Camino de Santiago legó a la región una rica herencia cultural, así como los pueblos que a lo largo de los siglos por ella lucharon y en ella se asentaron. Exploramos los caminos que ofrece La Rioja con embajadores que bien conocen sus atributos.

Chus Toledo, coordinador de la Asociación de Desarrollo Turístico del Medio Rural de La Rioja y de la Oficina de Turismo de Cameros, reivindica La Rioja como “destino de naturaleza, por sus cumbres que superan los 2.000 metros, por ser reserva de montañas y bosques, una región por descubrir para muchos amantes del senderismo y cuyas distancias manejables la hacen idónea para una escapada rural“. Cameros, con sus dos valles del Camero Nuevo y Viejo, es el gran espacio de la Red Natura en La Rioja, que se extiende por las cuencas altas de los ríos Oja, Najerilla, Iregua y Leza. Este conjunto de sierras de perfiles redondeados comprende más de 130.000 hectáreas de bosques frondosas, bosques de coníferas y comunidades de alta montaña en sus diferentes bandas de altitud. Aquí se cobija el Parque Natural Sierra de Cebollera, refugio atlántico en un mundo mediterráneo, con siete senderos señalizados que suman más de 80 kilómetros. Recursos naturales como las cascadas de Puente Ra, donde confluyen las aguas del río Iregua con las del arroyo de Puente Ra, permiten recorrer el paisaje camerano con placidez, a lo largo de un sendero suave, el paisaje de pino y manchas de hayedos en las orientaciones más umbrías, junto con fresnos y avellanos en el río.
En este rincón del sistema Ibérico, fronterizo con Soria y Burgos, también se pueden visitar enclaves de interés cultural como la ermita de Lomos de Orio, destino de las romerías de la “Caridad pequeña” y “Caridad grande”. O explorar su pasado trashumante en rincones como la Venta de Piqueras, “donde se encuentra el Centro de Trashumancia que atestigua los seis siglos de actividad ganadera camerana y la forma de vida ligada a la trashumancia”, apunta Toledo. La contigua ermita de la Virgen de la Luz “alberga la sede de la Hermandad de las 13 Villas que se emparenta históricamente con La Mesta, una organización de pastores basada en el pacto y en la palabra” y que practicaba los principios igualitarios y democráticos.

Uno de los recursos referentes de Cameros, detalla Toledo, son las cuevas de Ortigosa, en el vientre del macizo del Encinedo, que permanecen abiertas desde primavera hasta noviembre para observar sus galerías de estalactitas, estalagmitas y otras columnas calcáreas de espectaculares formas.
En su viaje por Cameros, Chus Toledo también salta al Camero Viejo, al cañón del Leza, con rutas para explorar el río encajonado, contiguas a su cauce o en altura, desde donde observar la numerosa colonia de buitres o por las que llegar hasta yacimientos icnitas.
En estos valles de Cameros encontramos la mayor oferta de alojamientos rurales en La Rioja, y uno de los destinos donde nació el turismo rural en España, como en El Rasillo, con el atractivo del embalse González Lacasa y también sus posibilidades para el montañismo.
El paisaje y paisanaje del vino
El historiador y antropólogo Luis Vicente Elías propone “descubrir La Rioja de los elementos identitarios que la hacen singular para completar los aspectos vitivinícolas con recorridos por su patrimonio, por su gastronomía y por su naturaleza”. Elías considera que “hay elementos que hacen a La Rioja única, como la ruta del románico en el río Tirón, la fauna de los Montes Obarenes, los lagares rupestres o los yacimientos arqueológicos de la Sonsierra“.
Dólmenes y necrópolis transportan al paleolítico en este territorio de frontera codiciada por los reinos de Castilla y Navarra en la Edad Media. Pero La Rioja Alta y Sonsierra son, ante todo, el testimonio de la larga relación de La Rioja con el vino, con sus lagares rupestres y sus guardaviñas, que son vigías de un paisaje conquistado por la viá vieja, que baja de las laderas de la sierra de Cantabria hasta el cauce del Ebro.

“El paisaje del vino es también el paisaje humano de los pequeños elaboradores de la maceración carbónica que ha sido nuestro emblema”, sostiene Elías.
Elías invita a “ir a la búsqueda del viñedo tradicional en La Rioja, no solo en la imponente Sonsierra, también en las localidades al abrigo de los montes Obarenes, como Villalba o Sajazarra, Castilseco, Galbárruli o Cellorigo; en las proximidades del monte Yerga, en Tudelilla, en el valle de Ocón, en el valle del Alhama. Todos ellos lugares para el senderismo a través del viñedo y para la bicicleta del territorio”.
Begoña Jiménez, coordinadora de la Ruta del Vino Rioja Alta, nos lleva a esta región centenaria del vino que ofrece un recorrido por el pasado, presente y futuro del Rioja.
“En este territorio, el vino es leyenda y es realidad, no en vano, alberga el mayor número de bodegas centenarias del mundo. Bodegas grandes, pequeñas, monumentales, artesanales… Tantas como han dado lugar decenas de generaciones dedicadas a cultivar y elaborar un vino que da nombre a su propia tierra. Fe de ello dan también los barrios históricos de bodegas, como el de Haro, en torno a una estación de ferrocarril. Pero también los que están excavados en el subsuelo de numerosos municipios, o los lagares rupestres, presentes en otros tantos”.
Jiménez apunta que “uno de estos recursos es el Camino de Santiago, cuyo trazado discurre por parte de este territorio, donde sus peregrinos son testigos y a la vez protagonistas de las huellas de este magnífico pasado patrimonial. Además de la ruta del románico, con joyas monumentales de gran valor cultural y patrimonial, también el barroco, el gótico, el plateresco y el renacentista impusieron su legado en numerosos edificios, eclesiásticos y civiles, ubicados en estos municipios. Igual de interesantes resultan los numerosos monasterios presentes en este itinerario, seis en total, de los que cinco están activos”.
“La Rioja Alta es un espacio para recorrer sin prisa, lentamente, descubriendo sus muchos secretos, su rico patrimonio y su fascinante paisaje por los más de 200 kilómetros de senderos señalizados”, destaca.
Una mirada al patrimonio histórico y artístico
Desde la Asociación Profesional de Informadores Turísticos de La Rioja, Celia Cardero propone poner la mirada en el patrimonio histórico y artístico. “Además de la cultura de la vid y el vino, fuertemente ligada en el imaginario colectivo a la idea del patrimonio cultural de nuestra región, hay otros recursos que, en el momento de visitar nuestra tierra, sorprenden y enamoran, no solo por inesperados, también por su valor intrínseco”.
“El río Ebro y los Caminos de Santiago (Francés, Ignaciano y Jacobeo del Ebro) a su paso por La Rioja, son ejes en torno a los que históricamente se ha articulado nuestra región, haciendo posible disfrutar de multitud de recursos en un territorio tan pequeño: hasta tres fantásticas catedrales (Calahorra, Logroño y Santo Domingo) en pocos kilómetros, pequeñas ermitas rupestres cuyo origen temporal se pierden en leyendas , casos urbanos medievales repletos de blasones y palacios, castillos dominando el paisaje de viñedos, antiquísimos monasterios… pero también leyendas y gentes”, argumenta Cardero.
Para Cardero “en la cumbre de este gran conjunto cultural, se encuentra, sin duda, San Millán de la Cogolla, Patrimonio de la Humanidad, donde el castellano, la lengua, se muestra como vehículo cultural capaz de transcender épocas y fronteras. En definitiva, La Rioja es una tierrra en la que dejarse transportar a través de siglos de historia gracias a su patrimonio”.
Más información: http://www.lariojaturismo.com