Noé llegó con el arca al monte Ararat y lo primero que hizo fue plantar viñas. Su nieto Tubal viajó años más tarde buscando mejores tierras para ello y llegó a lo que ahora es España.
Uno de los sitios donde estuvo fue La Rioja y por eso comercios, restaurantes y hasta marcas de vinos llevan su nombre. En las crónicas del príncipe Don Carlos de Navarra (siglo XV) se señala que entre las primeras poblaciones que fundó Tubal estaba Calahorra (Calagurris).
“DIJO EL SABIO SALOMON QUE EL VINO ALEGRA EL CORAZÓN”
Si se pronuncia la palabra Rioja viene a la mente inmediatamente la palabra vino. Es muchos bares no se dice “ponme un vino” sino “pon un Rioja”. Es lo más representativo de la región y forma parte de su cultura desde siempre. Dicen que fueron los romanos quienes lo introdujeron desplazando a la cerveza que –se quiera o no– era la bebida celta. Los legionarios supieron apreciarlo bastante aunque serían los monjes en la Edad Media quienes, en sus centros monásticos, lo “dieron” a conocer (pudo ser una de las causas de la fama de los monasterios por aquel entonces). La producción vinícola fue pues cosa de monjes que mejoraron las técnicas de cultivo. Por aquel entonces La Rioja no solo elaboraba, sino que exportaba al resto de España y Europa. En el XVIII se creó la Junta de Cosecheros del Vino de la Ciudad de Logroño que fomentó la exportación de los vinos riojanos y, en el XIX, llegó la época dorada del vino de Rioja. En ello tuvo mucho que ver el tema de la filoxera, plaga que arrasó los vecinos campos vinícolas franceses. Bodegueros de este país llegaron buscando zonas aptas y mejoraron con sus técnicas la elaboración de los vinos riojanos, a los que no había castigado tanto la filoxera. Es entonces cuando se crean algunas de las bodegas más representativas que han llegado a nuestros días. Pero, a principios del XX, también la filoxera apareció en La Rioja (hubo que echar mano de cepas americanas que estaban limpias). Poco a poco se fue recuperando y en 1926 se crea el Consejo Regulador, el primero de España para controlar y proteger la marca. Será en 1991 cuando se da el carácter de Calificada a la Denominación de Origen Rioja.

Si hay un barrio con fama vinícola este es, sin duda, el barrio de La Estación en Haro. Su historia se remonta al XIX con la llegada de viticultores franceses a su estación de ferrocarril para enviar el producto a otros lugares. Se construyen bodegas y se acaba convirtiendo en la mayor concentración de bodegas centenarias de Europa y del mundo. A los de Haro se les conoce como “jarreros”, por algo será. Esta localidad (junto con Jerez de la Frontera, lugar también de famosos vinos), fue la primera ciudad en España donde llego la luz eléctrica. Algo debió tener que ver. Ya lo dijo Dios al crear el mundo: “Hágase la luz”.
“EL VINO ABRE EL CAMINO”
En la bodega Finca de los Arandinos en las afueras de Entrena, la vendimia es más bien tardía. Lo cuenta su enóloga Aleceia (su nombre es palabra griega que significa precisamente verdad): “Las uvas de Entrena para cuando truena”.
El hotel bodega Finca de los Arandinos –una bodega familiar con casi 100 años de tradición vinícola– es el primer proyecto enoturístico en La Rioja que integra bodega, hotel, restaurante y spa. El hotel –arquitectura entre viñedos diseñado por el riojano Javier Arizcuren– ha sido decorado de forma muy original por David Delfin y en su bodega se elabora una uva proveniente de viñedos familiares de forma tradicional. Son 24 hectáreas situadas en el propio pueblo de Entrena divididas en 56 viñedos. Se cultivan variedades Tempranillo, Garnacha y Mazuelo, para los tintos, y Viura para los blancos, siendo la vendimia manual. También hay restaurante.

“DONDE ENTRA EL BEBER SALE EL SABER”
El Museo de la Cultura del Vino en las Bodegas Vivanco se encuentra en Briones. Son estos de Vivanco vinos centenarios. Todo comenzó en 1915 cuando Pedro Vivanco (falleció hace 3 años y su escultura en bronce preside la entrada desde hace un año) decidió elaborar vino, que repartía en carro a domicilio. En 1984 acabó recalando en Briones. El broche de oro fue –en el 2004– la creación del museo (recibe más de 100.000 visitantes al año) que alberga cientos de antigüedades y curiosidades relacionadas con el vino. La UNESCO lo ha reconocido como el mejor del mundo en su especialidad.
Al pasear sus seis salas (más de 4.000 metros cuadrados) se ve que lo primero que hizo el hombre cuando se hizo sedentario fue inventar el vino. Luego las religiones lo hicieron suyo y lo hicieron sagrado. Hay una Virgen, típicamente riojana, donde el niño se lanza a por un racimo. Recorriendo el museo (todo son piezas originales) se ve como el vino estaba presente en todos los rituales religiosos. De lo más antiguo es el vaso con la figura de Hathor, diosa egipcia de la embriaguez, ya que el consumo de vino estaba relacionado con la fertilidad. Y luego todo lo relacionado con la cultura del vino: barricas, botellas, procesos de elaboración… Impresionan las enormes prensas con las que se hacía, así como los utensilios de cultivo y labranza. En la sala de arte se recogen obras de Durero, Miró, Sorolla o Picasso. Y como curiosidad está la mayor coleccion de sacarcorchos del mundo (más de 7.000 piezas de las cuales hay 3.000 expuestas). En el exterior el llamado Jardín de Baco, una colección de vides con variedades de todo el mundo.
“SUBIRSE AL TREN”
Si hay bodegas históricas en el mundo vinícola estas son sin duda las del Barrio de la Estación en la localidad de Haro. Conocida como la “milla de oro” del vino de Rioja, su historia empieza cuando, allá por la segunda mitad del siglo XIX, el “camino de hierro” sustituyó a las caballerías en el reparto del vino. En su crecimiento influyeron los bodegueros franceses a quienes la filoxera había arrasado sus viñedos y acabaron instalándose aquí. Es, actualmente, el lugar con mayor concentración de bodegas centenarias del mundo.
Cata del Barrio de la Estación, la gran fiesta del Vino. Seis bodegas abrirán sus puertas en la cuarta edición que tendrá lugar el 20 de junio: CVNE, Bodegas Gómez Cruzado, La Rioja Alta, S.A., Viña Pomal Bodegas Bilbaínas, Bodegas Muga y Bodegas RODA. Entre las distinciones concedidas a esta cita destacan el Premio “Best of” a la mejor iniciativa enoturística, por la red internacional de grandes ciudades del vino “Great Wine Capitals” (en 2015); Premio a la Mejor Experiencia Enoturística en los International Wine Challenge Awards Spain y Premio Rioja Capital a la Iniciativa Singular vinculada a recursos agroalimentarios otorgado por el Gobierno de La Rioja (en 2016); y Mejor Iniciativa Enoturística de las Rutas del Vino de España (en 2018).

TURISMO LINGÜÍSTICO EN SAN MILLÁN DE LA COGOLLA
No todo en La Rioja son bodegas y vino. Los monasterios de Suso y Yuso, de San Millán de la Cogolla, son desde 1997 Patrimonio de la Humanidad. Las razones para ello fueron tanto artísticas como históricas, pero sobre todo lingüísticas y literarias. Y es que se considera que es la Cuna de la Lengua castellana. Arriba, se encuentra el Monasterio de Suso, donde alrededor de unas cuevas que siguen casi igual, un ermitaño, San Millán, fundó una comunidad allá por el siglo VI (se conserva su sepulcro de alabastro del XII). La primera iglesia fue visigoda y luego en el X mozárabe con un par de capiteles y algunos arcos de herradura… antes de llegar el románico. Los dos monasterios fueron pronto centros de difusión cultural. Sería en el siglo XI cuando, uno de sus monjes, sobre un códice en latín, escribió unos apuntes en lengua romance y en vasco, que se consideran las primeras palabras en lengua castellana: las Glosas Emilianenses. También en San Millán residió el primer poeta de la literatura hispana: Gonzalo de Berceo. Abajo, a 2 kilómetros, el Monasterio de Yuso con una biblioteca de incunables, el arca de marfil con escenas que narran la vida de San Millán y las famosas glosas. Yuso es de los mejores ejemplos de turismo lingüístico.
PARA MÁS INFORMACIÓN: http://www.lariojaturismo.com