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Hoi An, capital de la gastronomía de Vietnam

Puestos de comida callejera, mercados al aire libre, escuelas y cursos de cocina habitan esta ciudad llena de historia y encanto cuya herencia culinaria es tan rica como su fusión cultural, fruto de su pasado como puerto clave del sudeste asiático.

De sobra es conocido que la gastronomía del lugar es exquisita, y es que el Sudeste Asiático es una maravilla en lo que al buen comer nos referimos. Una reputación que arrastra a aficionados de la comida de medio mundo hasta esta ciudad del centro del país, encantadora y preciosa a más no poder, que poco ha cambiado su aspecto desde hace varios siglos. A pesar de los muchos turistas que congrega, evoca como pocos, los rincones del Vietnam más clásico, sobre todo por la noche, cuando los farolillos de papel iluminan los callejones de la ciudad antigua. Es aquí donde el viajero toma la decisión de quedarse un día más en tan majestuoso lugar.

Hoi An es una ciudad libre de coches donde prima la naturaleza.
Por otro lado, cabe destacar que el río Thue Bo es el gran artífice de la belleza de este territorio. En él, reposan las tradicionales barcas de madera en busca de clientes. No es difícil imaginar que este fuera uno de los puertos más importantes del Sudeste Asiático, lugar de intercambio de los tesoros más lujosos y perseguidos de toda la zona de Oriente.

Durante tres siglos, del XVII al XIX, el puerto de Hoi An fue un imán para barcos de mercaderes chinos, japoneses, indios y europeos en busca de seda, nácar, porcelana, medicinas chinas y especias. Pero no era un mero lugar de paso. Los monzones se encargaban de que la estancia en Hoi An se prolongara durante meses y que entonces los comerciantes construyeran sus casas, almacenes y salas de reunión a su gusto y estilo transformando la antigua Faifo.

Puente cubierto japonés

Fusión de estilos.
En el siglo XIX el río perdió su caudal, impidiendo que los barcos alcanzaran los muelles, así que los mercaderes buscaron nuevas rutas. Eso sí, el crisol de estilos arquitectónicos continúa hoy en Hoi An, dibujando una estampa que no puede ser más atractiva.

Junto a antiguas casas de mercaderes japoneses, almacenes de té, pagodas, templos, salas de reunión chinas y edificios nacidos al calor del posterior colonialismo francés conviven multitud de bares, hoteles boutique, restaurantes y escuelas de cocina donde se ensaya una comida regional elevada al Olimpo por entendidos y entusiastas.

Lo primero que detiene al caminante es el icónico puente cubierto japonés, que data del siglo XVI, por el que se accede al meollo antiguo. Es el voladizo mágico que da paso a cerca de 800 edificios originales, de los cuales se pueden visitar alrededor de una veintena.

Restaurante Morning Glory

Las mejores casas para degustar la buena gastronomía.
El restaurante Morning Glory es uno de los restaurantes icónicos en Hoi An. Pertenece a la dama de la cocina de Hoi An, una leyenda local llamada Vy Trinh Diem o Miss Vy, y está especializado en platos tradicionales del centro de Vietnam. La propietaria ha creado un concepto realmente fabuloso de la cocina callejera (street food) en la que fusiona su pasión por el arte culinario y la calidad de los productos que ofrece. Una cantidad considerable de turistas catalogan a este restaurante con ser en el que mejor se come.

Comida callejera
El típico cao lau (fideos con cerdo), el banh bao banh vac (dumplings de gambas) o los wontons con salsa. Otro restaurante que marca estilo es Mango Mango, al otro lado del río. Lo regenta el celebrity chef Tran Duc, que ensaya comida vietnamita casera con un toque más global.

Banh mi

Ya en la calle no hay más remedio que probar el archifamoso banh mi, ese insuperable sándwich vietnamita hecho con un pan ligero y relleno de ternera, cerdo o paté y acompañado de pepinillos, daikon o rábano japonés, chiles y cilantro fresco. La búsqueda del mejor banh mi de la ciudad genera debates en muchas más plazas de las que se imagina, pero el chef y escritor Anthony Bourdain, enfant terrible de la cocina americana, sentenció hace unos años que el número uno se toma en el puesto Banh Mi Phuong, desde hace poco frente al mercado.

Gracias a la comida callejera descubrimos el país de una manera excepcional, ya que los excelentes puestos de la calle conviven con los mejores restaurantes de fusión o las cocinas de minorías, a veces de sabores difíciles, pero siempre interesantes.

Es muy interesante ver como vendedores ambulantes llenan las aceras con sus humeantes puestos, sus diminutos taburetes de plástico y sus expectantes colas de lugareños.

El mercado
En el mercado central empiezan también muchos de los cursos de cocina que han dado fama a Hoi An. Hay un puñado de escuelas que ofrecen cursos desde dos horas a un día entero, tanto para curiosos como para experimentados chefs. El ritual empieza escogiendo el producto en este caleidoscópico y caótico escaparate con frutas y verduras que no imaginó ni Julio Verne, pero también una impresionante selección de carnes y pescados… el sueño de cualquier explorador gastronómico.

Aldea Tra Que

Campos de Tra Que
La mayoría de las escuelas incluyen en sus clases un paseo en barca o una excursión deliciosa y totalmente recomendable a los campos de arroz y huertos de hierbas aromáticas que rodean Hoi An. En la aldea de Tra Que se aprecia una pastoril estampa rural del arrozal salpicado de non la.

También se puede disfrutar plantando brotes de soja con sus propias manos, aprender a cocinar un banh xeo (tortitas vietnamitas) con toques regionales o, sin la ayuda de nadie, alquilar una bicicleta para rodar entre soñolientas aldeas y bandadas de pájaros. El summum es volver luego a la vieja Hoi An al atardecer para cenar al aire libre y contemplar los farolillos de colores flotando sobre el Thu Bon.

Una vez que tenemos el estómago lleno es el momento de dar una vuelta en bote por el Thu Bon, pasear al caer la tarde por la orilla del río y hacer un alto en el camino en alguno de sus animados bares para refrescarse con una de las cervezas más baratas del mundo (sin duda, otro de los puntos fuertes de Vietnam). La ‘Bia Hoy’, cerveza local de barril, lo que vendría a ser la caña que se sirve en España, pero en una cantidad más generosa, cuesta… ¡3.000 dongs! 10 céntimos de euro al cambio.

Menú degustación
Otra especialidad es el Won Ton, es una pasta de arroz rellena de carne con verduras. La sirven cocida o frita, esta ultima crujiente y con una cama de verduras en salsa que le da más consistencia. Y por último, Hoi An es conocida por la White Rose, que es una gamba cocida al vapor envuelta en papel de arroz. Son recetas legendarias de esta ciudad, que ni siquiera en los cursos de cocina vietnamita que se imparten a los turistas dan a conocer. Eso sí, en cualquier restaurante de la zona antigua puedes probar un menú
degustación con todos estos platos tradicionales por unos 40.000 VDN (unos 2 euros).

Hoi An es una ciudad preciosa para ser paseada, sabrosa y agradable por su gastronomía, y cultural por sus paisajes y lugares con encanto. Esta es una ciudad tranquila y sosegada, nada comparable con las ajetreadas ciudades vietnamitas que se encuentran en las urbes. No te pierdas la oportunidad de hacer este viaje, aunque sea hazlo por la gastronomía que como hemos contado está para chuparse los dedos.