Tierras Polares, la agencia pionera en viajes de aventuras en el Ártico y destinos nórdicos, recibe el precio al Mejor Producto de Turismo Activo 2020 por su viaje “Groenlandia, exploración con trineo de perros en Thule“. El galardón, convocado por Fitur y la revista Aire Libre, reconoce la autenticidad de esta verdadera inmersión en el modo de vida tradicional de los “inuit”, explorando durante cinco días el estado del mar helado tras la larga noche polar del norte de Groenlandia.
Se trata de un viaje nada convencional, con pocas plazas disponibles y dos únicas salidas en todo el año; una ruta sólo concebible por la experiencia de Ramón Larramendi, el fundador de Tierras Polares, cuando pasó dos inviernos en Thule conviviendo con el pueblo inuit, aprendiendo su idioma y conociendo su modo de vida, que incluía desplazamientos de varios días por el borde del mar helado en busca de manadas de narvales. El resultado es esta “Exploración con trineo de perros en Thule”, un viaje que transporta al viajero a otra época y a otro mundo de una manera total: el Ártico más impresionante de la mano de algunos de los pocos inuits que todavía conservan el modo de vida tradicional groenlandés.

El viaje comienza en Qaanaaq, antigua Thule, la aislada ciudad del norte de Groenlandia a donde se llega a un pequeño avión que vuela una vez a la semana desde Ilulissat, a unos mil kilómetros al sur. Más al norte de Qaanaaq sólo está el cercano y diminuto pueblo de Siorapaluk y, después, a unos 1.200 kilómetros, el Polo Norte Geográfico. Desde el mismo Qaanaaq partió la expedición a la conquista del Polo Norte de Robert Peary en 1909 junto a varios inuit locales y, de la misma manera que el explorador americano, en esta ruta cada viajero va acompañado por el inuit, compartiendo su trineo de perros y siendo testigo directo de su manera de desenvolverse en un entorno difícil y que se mantiene exactamente igual de salvaje que en la época de las grandes gestas de la exploración polar. La época del viaje, a mediados y finales de abril, muestra la Groenlandia deslumbrante de 24 horas de luz pero todavía con un frío muy intenso, pudiendo llegar hasta 30 grados bajo cero, factor necesario para poder avanzar con los trineos por encima del mar helado.
Ya en ruta, siguiendo la costa de la península de Qaanaaq en un entorno de desfiladeros y lenguas glaciares que se descuelgan en vertical, el grupo llega al diminuto Siorapaluk, considerada la segunda población del mundo habitada de forma natural más al norte del planeta (después de Ny-Alesund en el archipiélago noruego de Svalbard). Durante los largo meses de noche polar Siorapalik permanece prácticamente incomunicado, así que la presencia de los viajeros no va a pasar inadvertida entre sus 50 habitantes.
Tras despedirse de Siorapaluk, la expedición avanza sobre la banquisa en dirección a la isla de Kiatak, a donde estos grandes hombres del Ártico se acercaban cada primavera en busca del mar abierto y su fauna. Con este avance sobre el mar helado, el viaje entra en una nueva dimensión más espectacular si cabe: gigantescos icebergs atrapados en la banquisa que sirven de promontorio desde donde otear el horizonte, zonas surcadas por grietas que nuestros maestros intuyen cómo esquivar, zonas de hielo caótico por donde los trineos se abren paso mágicamente… Dependiendo de cómo se vaya presentando la capa de hielo, nuestros guías vana ir decidiendo la ruta sobre la marcha, hasta llegar al borde del hielo con el mar. Una vez en la zona de mar abierto será fácil ver focas y morsas, no tanto los esquivos narvales.
Al final de cada jornada, con la caída de la tarde, es momento de charlar protegidos del frío dentro de la tienda de campaña mientras los rudimentarios hornillos Optimus derriten nieve para hacer la cena, de manera muy similar a como lo hacían los antepasados de nuestros guías hace 100 años… Nuestros viajeros, tras estos cinco días integrados en el modo de vida de los inuit, se llevan una visión privilegiada del Ártico, pero también el testimonio de un mundo único que está a punto de desaparecer.